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Hace mucho tiempo, cerca de un pueblo llamado Buttery Glen, vivía un dragón. Era del color de la medianoche. Era enorme y estaba cubierto de escamas afiladas y puntiagudas. El fuego que respiraba podía iluminar el cielo nocturno.

Vivía en un nido en lo alto de la aldea en un árbol viejo y muerto.

Todos en Buttery Glen le tenían miedo al dragón... todos menos una niña precoz.

Alejandra quería ser una caballero. Era fuerte, valiente y sin miedo.

Claro, el dragón exhaló fuego. Pero había gente con peor aliento. Y claro, el Dragón parecía aterrador. Pero había perros en el pueblo con caras más aterradoras.

Un día, el dragón había bajado de su nido y se escondía en los campos de maíz.

Todos corrieron para escapar del dragón. Todos excepto Alejandra.

Armada con su espada, casco y escudo hechos en casa, Alejandra corrió por el pueblo desierto hacia el maizal.

Cuando vio al dragón, Alejandra se coló detrás de él.

"¡Disculpe!" Alejandra gritó. El dragón rugió. Él bajó la cabeza a su nivel. Alejandra sintió el aliento caliente del dragón en su rostro.

“Soy Alejandra”, dijo. “He venido a decirte que te vayas. Estás asustando a todo el mundo.

La respiración del dragón se aceleró. ¡Suspiro! ¡Suspiro! ¡Suspiro! ¡Parecía que el fuego del dragón estaba a punto de estallar! Alejandra se preparó. Pero en lugar de que saliera fuego de su boca, las lágrimas comenzaron a brotar del hocico del dragón.

"Estoy tan solo. Nadie me quiere”, dijo el dragón.

"¿Por qué debería gustarle a alguien?" respondió Alejandra. "Quemaste el castillo". "Yo no quemé el castillo", dijo el dragón. “Fue alcanzado por un rayo. Nunca haria eso." “Guau”, dijo Alejandra. “Parece que eres víctima de una campaña de desprestigio. Tenemos que arreglar esto. ¿En qué eres bueno?" "Escupiendo fuego", respondió el dragón. “Pues a ver”, ordenó Alejandra.

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Todos en Buttery Glen le tenían miedo al dragón... todos menos una niña precoz.

Alejandra quería ser una caballero. Era fuerte, valiente y sin miedo.

Claro, el dragón exhaló fuego. Pero había gente con peor aliento. Y claro, el Dragón parecía aterrador. Pero había perros en el pueblo con caras más aterradoras.