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Autobiografías lectoras
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Cuando era pequeña y me iba a la cama, recuerdo que mi padre me contaba el cuento de Caperucita Roja. Además, me decía que cuando viajara a Zaragoza me compraría un martillo de caramelo.
También recuerdo que mi madre siempre me contaba cosas de sus abuelos y tíos, todo lo que pasaban en aquellos tiempos, que cuando se iba la luz tenían que estar en casa con un candil al lado del fuego. ¡Pobres, lo que tenían que pasar y eran tan felices!
Cuando nevaba, mi padre que no podía ir al campo, bajaba al horno y nos cogía masa para que mi madre nos hiciera bollos. Además, nos limpiaba la calle para ir a la escuela, todo nos parecía bien y éramos tan felices.
PAQUITA
RETAZOS DE MI INFANCIA - ELOÍSA
Recuerdo con mucho cariño, cuando era muy pequeña, a la jefa de mi padre Mª Josefa Moros. Ella fue la primera persona que me enseñó muchísimas cosas, entre otras, de religión, a hablar correctamente y a ser mejor persona. Ella me regaló mis primeros pendientes, mi primera muñeca, con la que no sabía jugar y me la navegaba Pili “La Chata”, ella jugaba y yo miraba, nos llevábamos como hermanas y así toda la familia.
Mis lecturas eran los cuentos de hadas. Una vez, hice un dibujo muy bonito, la portada de un cuento de hadas.
Era una princesa muy guapa y le gustó tanto a Mª José que incluso dudo de que lo hubiese pintado yo. Cuando comprobó que el dibujo era más grande que el de la portada, entonces me creyó y lo mandamos a Radio Zaragoza, ya nunca supe de él.
También, tenía a Pascua Sebastián, otra vecina que nos enseñaba a hacer punto mientras nos leía novelas de amor. Nos tenía totalmente embobadas, no respirábamos, nos gustaba como hacía punto sin mirar leyendo las novelas. En aquellos tiempos, nos queríamos todos como familia. Las llegué a querer de verdad, hasta que han ido muriendo.
Recuerdo que mi padre es el que más me enseñaba, tanto a leer como a escribir. Me contaba cuentos que muchos se los discurría.
Me contaba el de Garbancito porque me gustaba mucho cuando Garbancito se escondía debajo de la hoja de col y el burro se lo comía de un bocado. Y también nos decía muchos refranes para entretenernos.
Jugábamos al Veo Veo, cosa que me gustaba mucho. También, me gustaba hacer dibujos y escribir en una pizarra para aprender.
De mayor me he aficionado más a la lectura de libros.
TERESA
Cuando era pequeña, mi tío “Secretario” nos contaba historias alrededor del fuego, de cuando iba con el ganado, un poco también de la vida, de la pobreza que pasaba, de la guerra...
Cambiando de tema, cuando era pequeña e hice mi Primera Comunión, me regaló un libro mi profesora, “Mujercitas”, el que he intentado leer en varias ocasiones y nunca he terminado. Lo tengo, siempre digo que lo voy a leer y nunca puedo. Hace varios años que hicieron la película y entonces fue cuando me enteré de la historia.
ANA
De pequeña me gustaban las telenovelas de la televisión. Quería seguir los capítulos porque casi siempre eran de amores, parejas que se querían y pasaban cosas raras entre ellos, estaba impaciente por ver como se solucionaban.
También, me encantaba oír a unos tíos que me contaban como había sido su juventud en tiempos de la guerra. Uno de ellos que estaba de encargado, durante la mili, de los camiones que entraban y salían, decía: “Sabes la responsabilidad que tenía pero no tuve ningún problema”
Lo pasábamos muy bien las vecinas que salíamos para los veranos a tomar la fresca y cada una de ellas, contaba cosas que le habían pasado de joven y nos reíamos mucho. Bueno, que pasábamos unas noches estupendas hasta las doce.
FINA
Recuerdo ser muy pequeña cuando mi padre me llamaba a su cama y allí acurrucadita, escuchaba cuentos que él me contaba. Eran inventados y en su mayoría eran de animales donde ocurrían cosas muy divertidas. Luego, cuando nació mi hermana, las dos acudíamos a la voz de: “Os voy a contar un cuento”.
Desde que tengo uso de razón, siempre tenía entre las manos libros. Los clásicos que conocemos todos y también los cuentos ilustrados del Jabato y El Capitán Trueno.
Como recuerdo de mi infancia, contaré que siendo muy pequeña ya sabía leer, iba a un colegio de monjas y siempre que recibían visitas, me subían encima de un banco y me pedían que leyese para esas personas.
Más adelante, leí a Corín Tellado, novelas románticas, etc. Puedo decir que no he dejado de leer desde entonces.
BEGOÑA
De pequeña iba a la escuela donde me enseñaron las vocales, más tarde a leer y escribir. Fui a la escuela hasta los catorce años, entonces me dijo mi madre: “Ahora a aprender a coser y a bordar”. Y así lo hice.
En la escuela la maestra Doña Carmen Lotellerie que era propagandista de Acción Católica nos enseñaba muchas canciones. También a todos los niños de la escuela que echábamos poesías nos daban un libro, a mí me tocó uno que se titulaba “La Naturaleza”.
Mi abuela me contaba cosas de antes y también, nos contaba historias la Señora Irene por ejemplo que cuando hicieron la Iglesia, los ladrillos los traían de una tejería que había en Valdevilla y que se ponían los vecinos del pueblo en línea y se los daban uno al otro hasta llegar al pueblo.
ENGRACIA
No recuerdo quién me contaba cuentos, solo sé que aprendí a leer en la escuela y de pequeña, a la cuchara la llamaba “chucara”.
Siempre mi hermana Lourdes ha intentado cogerme libros o alguna cosa para que leyera yo, pero a mí no me gusta nada leer. Lo he intentado varias veces pero siempre ha acabado en fracaso porque a mí, definitivamente, no me gusta leer.
Por otro lado, creo recordar vagamente que alguien traía cuentos a casa y creo que nos los regalaba la tía Mª Ángeles.
Todavía, puede que haya algunos en el granero como “Pulgarcita”, “Mujercitas” o “Los Aristogatos”. Si he de decir que alguna lectura me entretiene un poco, es esta, la de los cuentos.
Finalmente, voy a mencionar a mi abuela Ignacia que cuentos no me contaba, pero cuando ya crecí, me contaba cosas que ella había vivido y a veces, me quedaba con la boca abierta.
CRISTINA
Recuerdo el cuento de “Alí Babá y los cuarenta ladrones”, de pequeña me lo contaba mi padre y me daba bastante miedo, siempre repetía el mismo, yo creo que era el único que se sabía entero.
También, recuerdo bastante un libro que leí varias veces, una novela de Charles Dickens escritor inglés, se titulaba “Oliver Twist”.
De cría me gustaba muchísimo leer y me sigue gustando. A mí la verdad es que en casa me compraban pocos libros, pero algunas compañeras de la escuela me prestaban tebeos y fotonovelas. Por la noche me subía al granero a leerlas, pues mi madre no me dejaba encender la luz de la habitación.
Creo que la lectura nos enseña a tener un vocabulario más extenso.
ANTONIA
Recuerdo cuando mi padre marchaba a Francia que la abuela Paca, que no era mi abuela pero la llamábamos así, bajaba a casa y nos contaba cuentos como por ejemplo “El cuento del gallo Quirico” y así, nos entretenía mientras mi madre hacía las cosas.
También, recuerdo que mi abuela cuando venía al pueblo, me contaba cuentos que me gustaban mucho porque eran de hadas y princesas, y siempre inventados por ella
La persona que me inició en la lectura fue un familiar, comprándome libros como “Mujercitas”, “David Copperfield” o “El Diario de Anna Frank”, que fue el que más me impactó y así termina mi historia.
LOURDES
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Autobiografías lectoras
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Cuando era pequeña y me iba a la cama, recuerdo que mi padre me contaba el cuento de Caperucita Roja. Además, me decía que cuando viajara a Zaragoza me compraría un martillo de caramelo.
También recuerdo que mi madre siempre me contaba cosas de sus abuelos y tíos, todo lo que pasaban en aquellos tiempos, que cuando se iba la luz tenían que estar en casa con un candil al lado del fuego. ¡Pobres, lo que tenían que pasar y eran tan felices!
Cuando nevaba, mi padre que no podía ir al campo, bajaba al horno y nos cogía masa para que mi madre nos hiciera bollos. Además, nos limpiaba la calle para ir a la escuela, todo nos parecía bien y éramos tan felices.
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Recuerdo con mucho cariño, cuando era muy pequeña, a la jefa de mi padre Mª Josefa Moros. Ella fue la primera persona que me enseñó muchísimas cosas, entre otras, de religión, a hablar correctamente y a ser mejor persona. Ella me regaló mis primeros pendientes, mi primera muñeca, con la que no sabía jugar y me la navegaba Pili “La Chata”, ella jugaba y yo miraba, nos llevábamos como hermanas y así toda la familia.
Mis lecturas eran los cuentos de hadas. Una vez, hice un dibujo muy bonito, la portada de un cuento de hadas.
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