Érase una vez una niña con dos largas coletas y con unos ojos azules como el cielo, se llamaba Sofía. Ella siempre se pasaba las horas y las horas leyendo historias de viajes. Y lo que mas deseaba en este mundo era: ¡Convertirse en una gran aventurera viajando por todo el mundo!

Un día, subió al desván y rebuscando entre las cosas encontró una caja muy misteriosa con un billete de tren que decía "La magia de viajar". En ese momento, Sofía cerró los ojos y ante ella apareció el paisaje más hermoso que jamás había visto: ¡África!.

Empezó a caminar y a caminar por aquel lugar maravilloso y a lo lejos, vió una pequeña casa. Decidió llamar a la puerta y ¡Sorpresa!. Ante ella apareció un niño con la piel del color del chocolate y unos radiantes dientes blancos. Sofía no podía creer lo que veía ¿Acaso le había dado mucho el sol o era realmente de chocolate?

Tras una larga conversación, se hicieron muy amigos y Sofía le preguntó: ¿Cómo te llamas? ¿te gustaría viajar conmigo? El contestó: Me llamo Sadán y claro que me gustaría viajar contigo, en ese momento unieron sus manos y cerraron fuertemente sus ojos y ¡PUM! Una gran muralla apareció ante sus ojos ¡Estamos en China! gritaron. Allí había muchas personas con ojos rasgados y piel amarillenta.