CRÉDITOS:

LAURA GIL.

OLGA MARTÍNEZ.

MARÍA VALLEJO.

AGRADECIMIENTOS:



A Ana Ortiz por su aportación de ideas y su disposición a ayudarnos en todo lo posible.

En un lejano lugar, había un gran reino en el que vivía Alejandra, una mariposa muy especial.

Después del colegio, Alejandra salia a jugar con sus hermanos. Todos volaban muy muy alto, pero a ella le costaba más trabajo.

Alejandra intentaba alcanzar a sus hermanos mientras ellos jugaban con las nubes esponjosas de color rosa, riéndose a carcajadas de su ala atrofiada.

Un buen día, llegó una carta a casa de Alejandra en la que decía que, la Reina había caído muy enferma y necesitaban una bonita mariposa para ocupar su lugar.

Buscaban una mariposa diferente a todas las demás, así que, Alejandra fue corriendo a la plaza del reino y ¡Ah! Allí se encontró que ella era una mariposa del montón. Se puso muy triste porque sabía que no conseguiría reinar como ella quería.

Había mariposas hermosas con brillantes rosas y ojos preciosos. Alejandra pensaba cómo podía destacar para ganar y así poder reinar.

El ayudante del trono informó:

¡Oh queridas mariposas,

tan bellas y olorosas!

Vengo a informaros que

una decisión hemos tomado.

Será la elegida la que pinte

a la Reina más favorecida.

Llegó el gran día y todos estaban con mucha alegría. La plaza del reino se llenó con mucha expectación. Los participantes estaban preparados para empezar cuando el silbato comenzara a sonar. Todos estaban muy ansiosos por ver cuál era el más grandioso.

Pasado un rato, empezaron a entregar los retratos. Alejandra aún no lo entregó. Se esforzó porque quería que el suyo fuera el mejor y gustara mogollón.

Pintó y pintó y por fin acabó. Estaba muy cansada y su ala apenas se la notaba. Había sido la última en terminar y no paraba de bostezar. Su pequeña ala ya no podía trabajar más.