A menudo se sentían inquietos porque habían escuchado de un virus malvado y peligroso que amenazaba con enfermarte.

Había una vez una familia que vivía al aire libre cerca del bosque. A menudo se sentían inquietos porque habían escuchado de un virus malvado y peligroso que amenazaba con enfermarte.

Un día se pusieron de acuerdo en que lo más prudente era que se quedaran unos días dentro de casa.

Esucharon que este virus era muy malo para los abuelitos y personas que ya estaban enfermas.

Y tenían que proteger a la mamá de los malos.

—Se ha escuchado de un virus muy peligroso, nos quedaremos en casa y tomarán sus clases en línea —Dijo la mamá precavida.

La hija más pequeña, llamada Are, que era muy inquieta, decidió que ella no quería quedarse en casa. Durante unas horas visitó a sus amigos y se fue a jugar.

– ¡Ya no le temo al coronavirus! – le dijo a sus hermanas.

¡Qué bien! Yo tampoco le temo ya al coronavirus 

Sara era un poco más consciente que la pequeña Are, pero tampoco tenía muchas ganas de quedarse en casa. Recordó que su mamá le dijo  que si salía debía usar cubrebocas y ella creyó que  sería suficiente para estar segura, así que se internó en el bosque y se fue a jugar.

Michelle era sensata y tenía muy buenas ideas. Cuidarse lo más que pudiese, así que se quedó en casa y así cuidaría a su madre.

Salía solo por comida o cosas necesarias y cada que salía usaba cubrebocas, siempre lavaba sus manos,

desinfectaba todo lo que venía de afuera y se limpiaba en la regadera.

Sus hermanas no entendían para qué se tomaba tantas molestias.

¡Mira a nuestra hermana!, se la pasa todo el día encerrada en vez de venir a jugar con nosotras.

Pues sí ¡Vaya tontería! No sé para qué toma tantas precauciones pudiendo solo salir, a nosotras nos ha funcionado bien.

La hermana mayor, Michelle, les escuchó.

Bueno, cuando venga el coronavirus veremos quién ha sido la más responsable y lista de las tres – les dijo a modo de advertencia.

!Aburrido!

¡Pero qué bien que me he quedado en mi casa y cuido de mi mamá!

Ningún virus podrá contagiarnos.

Pasaron varias semanas y le resultó ser bastante aburrido, pero sin duda el esfuerzo mereció la pena.

Are extraña mucho a sus primos que vivían solo a unas cuadras de distancia, así que se fue unos días con ellos. 

¡Vamos a jugar con Bruce el pug!

¡Qué aburrido estar en casa!, mejor vine a visitarte madrina.

Sara decidió irse con su madrina, no quería estar más en casa ya que se encontraba muy aburrida.

Todo parecía tranquilo, hasta que una mañana, la más pequeña que estaba jugando con sus primos, comenzó a toser. La pobre hermanita tenía mucha fiebre y se sintió muy cansada.

Cof-cof, !oh no! Me he contagiado.

Y tal como lo dijo, comenzó a toser y cada vez se le dificultaba más respirar. Are aterrorizada, salió corriendo hacia la casa donde se encontraba Sara y ambas se refugiaron ahí.

¡Ya he entrado a tu casa y te contagiaré a tí también Sara!