Erase una tarde lluviosa cuando llego un perrito abandonado a la casa de una pareja que estaba esperando a su primer hijo; al oírlo llorar se asomaron a la puerta y lo vieron todo mojado. Lo aceptaron en su casa, le dieron cuidados y se encariñaron tanto con él que lo adoptaron.

Maria llamo Toby al perrito y  a él le gusto tanto su nueva familia que cuido mucho a Maria en el embarazo.

Al nacer el bebé María  se preocupo por la reacción de Toby...  pero ¡oh sorpresa! el bebé y Toby se entendían a las maravillas; el bebé no lloraba con los ladridos del perro al contrario dirigía su cabeza y miraba en dirección a los sonidos que producía el animal, reconocía su olor y con sus manos lo intentaba agarrar. 

              GUAU... GUAU...