Querido diario, ya que sólo tú me haces caso y no me llamas loca, te voy a contar mi historia:
Me llamo Leilani. Hace varios años vivía con mi familia en Hawaii; con mi hermano Koa y con mis padres, los cuales tuvieron la maravillosa idea de irse a un lugar al que llaman "París" sin nosotros.
Nos dijeron que se iban allí solos porque era la ciudad del amor, que era el sueño de cualquier pareja, su segunda luna de miel... En fin, puede que ni siquiera se fueran a París, que se fueran a la casa del vecino para librarse de nosotros. No me importa.
El caso es que éramos pequeños, no se de que edad ni lo voy a calcular, pero no podían dejarnos solos. Contrataron a Malia, una chica joven, de veintipico, que se promocionaba en milanuncios® como canguro.
No tardaron mucho en irse cuando ella llegó.
En un inc´omodo silencio, entrecruzamos las miradas y me dijo "trae a tu hermano, vamos a cenar"
Y sí, el era la cena. Me lo comí. Puede que de aquellas ni siquiera lo supiera, pero que más da. Estaba muy bueno, y al fin y al cabo, es la mejor manera de estar unidos.
Al día siguiente, ya no estaba Koa, y ella, como no, tenía que saciar el apetito. No os voy a mentir, yo también quería comer, y esta sensación me impidió pensar. Fuimos a un pueblo, no sé a cual, pero allí comenzaría la cacería.
Me dio su navaja y no hizo falta
decir nada más. Yo era como
Schrödinger, y ella era el
gato, estaba viva y muerta
a la vez. Solo que en este caso,
lo que mata al gato era mi
rabia y hambre.
¿Quién sería el afortunado de unirse a mi viaje?
Ni me lo pensé, y en unos diez segundos, la navaja ya le había atravesado la espalda. La saqué lentamente,
intentando causarle el mayor daño posible a la persona que me había convertido en un montruo.
Y que más puedo contar de mí...
No tengo muchos amigos y la gente me llama loca...
¿¡Por qué!? Si al fin y al cabo, la vida era una linea recta hasta que llegamos nosotros y la deformamos.
Al menos yo no vivo de mentiras, y no oculto lo que soy.
De hecho, tengo un dedo colgado de las llaves.
No sé que va a ser de mi vida ahora, pero sé que no me arrepiento de nada.
Querido diario, ya que sólo tú me haces caso y no me llamas loca, te voy a contar mi historia:
Me llamo Leilani. Hace varios años vivía con mi familia en Hawaii; con mi hermano Koa y con mis padres, los cuales tuvieron la maravillosa idea de irse a un lugar al que llaman "París" sin nosotros.
Nos dijeron que se iban allí solos porque era la ciudad del amor, que era el sueño de cualquier pareja, su segunda luna de miel... En fin, puede que ni siquiera se fueran a París, que se fueran a la casa del vecino para librarse de nosotros. No me importa.